Las corridas de toros es un tipo de fiesta la cual trata en torear toros bravos (toros de lidia) a pie o a caballo, en un recinto especial que se llama plaza de toros.
En las corridas de toros participan múltiples personas, entre ellas y mas importantes los toreros, que prosiguen un riguroso protocolo tradicional, regido por la pretensión estética en el que solo puede participar como torero el matador que ha tomado la llamada alternativa. Es el espectáculo de masas con más siglos de España. Como espectáculo fija sus reglas y adopta su orden actual a fines del siglo XVIII en España, donde la corrida concluye con la muerte del toro.
Las corridas de toros son consideradas una de las expresiones de la cultura de la península ibérica. Se practican asimismo en Portugal, en el sur de Francia y en diferentes países de Latinoamérica como México, Ecuador, Venezuela, Colombia, Perú, Costa Rica, Panamá y Bolivia.
Las corridas pueden clasificarse, conforme la edad y el trapío del toro que se torea:
- Becerradas
- Novilladas
- Corridas de toros
Contenido del árticulo
Orígenes históricos de las corridas de toros
El origen de las corridas de toros tiene sus raíces en el proceso de romanización. El culto al toro como divinidad y su sacrificio ritual está constatado en las civilizaciones minoica y otras del mediterráneo oriental desde la edad del bronce. La romanización, que empieza en la ciudad de Tarraco (Tarragona) y se extiende con los siglos a toda Hispania (España), instituye en la cultura local los juegos y luchas de fieras, en las que el toro era un animal de usual intervención, existiendo perseverancia de luchas contra osos, leones y naturalmente entre personas.
A lo largo de la ocupación visigoda y en los primeros tiempos del califato omeya, hay cierta obscuridad sobre espectáculos taurinos pero la persistencia tan arraigada de este espectáculo puede dar una idea de lo que duro a través del tiempo.
La primera corrida de toros en España se remontan en Cuéllar (Segovia) en el año 1215 aunque no era una corrida de toros como la conocemos hoy en día. En el siglo XIV se practica sólo por nobles a caballo, que con orgullo mostraban sus habilidades frente a los toros como una cuestión de prestigio y de honor. En 1542 la ciudad de Barcelona alabó el príncipe Felipe, futuro Felipe II de España con «luminarias, danzas, máscaras y Juegos de toros». Miguel de Cervantes deja perseverancia de la cría de toros bravos para estas fiestas en el percance que padece Don Quijote quien chilla a quien los transporta «¡Ea, ruin, para mí no hay toros que valgan, si bien sean de los más bravos que cría Jarama en sus riberas!», refiriéndose a explotaciones ganaderas con finalidad taurina.
La primera Escuela de Tauromaquia de Sevilla fue fundada en 1670, pero sólo se hizo oficial en 1830 por decreto real de Fernando VII. Los Borbones de Francia, sin embargo, despreciaron este sangriento espectáculo hasta el momento por la elegancia y la gracia de la corte de Versalles. La prohibición de torear a caballo que en 1723 de Felipe V impuso a sus cortesanos que los modestos toreros comenzaran a torear por su cuenta en las urbes más esenciales y a desatar el entusiasmo del gran público.
Fue entonces cuando personas de la calle tomaron el oficio, los nobles caballeros fueron reemplazados por los picadores con la función de contener los cargos del animal sin matarlo. De esta forma nació el toreo como lo conocemos hoy en día. En 1805 Carlos IV emitió la Cédula Real, que formalmente prohibió las corridas de toros, pero en realidad no tuvo ningún efecto.
Siglo XVIII orígenes históricos de las corridas de toros
- El toreo a pie reemplaza al de a caballo.
- Los protagonistas ya no son caballeros pertenecientes a clases altas, sino más bien gente del pueblo que se profesionaliza y cobra por su actuación.
- Nacen las ganaderías bravas y se empieza a escoger los toros para la lidia, en frente de la situación precedente de pura espontaneidad.
- Se edifican las primeras plazas de toros como edificios permanentes destinados al festejo.
- Se escriben las primeras tauromaquias, que fijan la técnica y las reglas y van definiendo el arte de torear.
Existieron 2 corrientes regionales de cuya combinación brotó el toreo a pie: el campo vasconavarro y el andaluz. La tauromaquia vasconavarra se fundamentaba en los saltos, en los recortes y en las banderillas, sin mayor sofisticación, al paso que la andaluza se desarrollaba con cuadros y capas para mentir a los toros. A lo largo de ciertas décadas los dos estilos se disputaron al público, saliendo victorioso el modelo andaluz. De la tauromaquia vasconavarra dejó perseverancia gráfica Francisco de Goya, que presenció los saltos de garrocha de Martincho, del diplomado de Falces o bien de Juanito Apiñani en las plazas de Zaragoza y de la capital española. La presente suerte de banderillas es el único legado que ha pervivido de aquel toreo navarro en las corridas de toros, aunque prosiguen vivísimos los espectáculos de saltos y recortadores en festejos populares.
Con distintas alteraciones, se establecen a lo largo del siglo XVIII todos y cada uno de los elementos de las corridas modernas. Se considera al rondeño Francisco Romero el padre del toreo moderno. Romero, creador de una insigne dinastía, había tomado parte en las últimas corridas caballerescas. Ideó la muleta, dividió la lidia en 3 tercios (varas, banderillas y muerte) y subordinó la cuadrilla a las demandas del diestro. No obstante, va a ser su hijo Juan Romero y sobre todo Pedro Romero (nieto de Francisco), Pepe-Hillo y Costillares, las primeras figuras conocidas, quienes ya en la década de los 70 del siglo XVIII impusieron de forma terminante su visión del toreo en frente de la tradición navarra, muy semejante ya a la presente.
Una vez decantado el toreo a favor de la idea andaluza, brota una nueva disputa entre toreros andaluces a fines del siglo XVIII: los partidarios del estilo rondeño y los del hispalense. Los dos se fundamentaban en el toreo con capa aunque se diferenciaban en la finalidad de la lidia: para los rondeños lo esencial era la estocada, con lo que todo se supeditaba a la preparación de la muerte del toro. Cuantos menos capotazos mejor, para no agotar al toro y poderlo matar recibiendo (no conocían el volapié). En cambio, los hispalenses estimaban que lo esencial era lucirse con la capa, al tiempo que la muerte era solo una forma de poner punto y final a la faena cuando el toro ya estaba agotado. Costillares ideó la verónica y el matar a volapié (esencial, para poder dar muerte a toros aplomados tras abundantes pases). Asimismo consiguió supeditar la tarea de los picadores a las necesidades de la lidia a pie.
Siglo XIX orígenes históricos de las corridas de toros
Este primer periodo triunfante de la celebración llega a su fin con la Guerra de la Independencia De España.
Tras la guerra, retiradas o bien desaparecidas las grandes figuras precedentes, tiene sitio un periodo de decadencia de la celebración. Mas en la década de 1830 aparece otra gran figura del toreo, «Paquiro», conocido como el «Napoleón de los toreros», quien une a la escuela rondeña y sevillana y prueba que las dos son compatibles, esto es, que eficiencia y brillantez pueden ir a uno en la lidia. Le prosiguen «Cúchares», «Lagartijo» y «Frascuelo», quienes dieron a la corrida la estructura terminante que se sostiene hasta el presente. Rafael Guerra «Guerrita», que se comenzó en la cuadrilla de Lagartijo, le sucedió como gran figura y dominó completamente la celebración de los toros a lo largo de la última.
Siglo XX orígenes históricos de las corridas de toros
Tras el dominio de Guerrita, se abrió un periodo de transición a lo largo de la primera década del siglo XX, con nombres como el mexicano Rodolfo Gaona, Rafael González «Machaquito» o bien Ricardo Torres «Bomba».
Dieron paso a la llamada «época dorada» del toreo, que se extendió a lo largo de la década de 1910 hasta 1920 y que tuvo como máximas figuras a Juan Belmonte y a José Gómez «Joselito». Son por unanimidad considerados los 2 diestros más esenciales del toreo moderno: Belmonte, como el autor de la estética moderna («parar, templar y mandar») y Joselito como el matador total, dominador de todas y cada una de las suertes y de todos y cada uno de los aspectos de la tauromaquia (desde la idea de edificar grandes plazas monumentales hasta los detalles de la selección del toro bravo), que unió lo mejor del toreo viejo y anunció la técnica que debería imponerse en el futuro.
Más tarde a la Guerra Civil De España se genera un potente renacer del planeta taurino, singularmente merced a la figura de Manolete, para muchos el más vertical de los toreros en la historia. De este apogeo prosiguen figuras como Luis Miguel Dominguín, el mexicano Carlos Arruza, Pepe Luis Vázquez, Antonio Bienvenida, Pepín Martín Vázquez, Miguel Báez «El Litri», Julio Aparicio y Agustín Vid «Parrita». Aunque esta temporada se cierra con el fallecimiento de Manolete en la desgracia de Linares, brota entonces otra conocida rivalidad taurina que apasiona al planeta taurino, la de Dominguín y Antonio Ordóñez.
Ya en los años cincuenta se levanta la figura de particular elegancia del venezolano César Girón, quien lidera en un par de ocasiones el escalafón taurino en España, proeza que repetiría su hermano Curro. Resaltan en los años 60, aparte del mentado Curro Girón, toreros como Paco Camino, Santiago Martín «El Viti» y Diego Puerta, aparte de la sensación que ocasionó el surgimiento del poco ortodoxo y revolucionario mas muy triunfador Manuel Benítez «El Cordobés». Las décadas de los 70 y 80 son las de mayor expansión comercial del planeta de los toros, llegando a haber corrida aun en el Astrodome de Houston (con la participación de El Cordobés) y un torero estadounidense, John Fulton . Las grandes figuras de esta temporada son: Manolo Martínez, Eloy Cavazos, José Mari Manzanares, Pedro Gutiérrez Moya «El Pequeño de la Capea», Francisco Rivera «Paquirri», Antoñete, Dámaso González, , Francisco Ruiz Miguel y Juan Antonio Ruiz «Espartaco», líder de la estadística en forma sucesiva desde mil novecientos ochenta y cinco hasta mil novecientos noventa y uno.
Siglo XXI orígenes históricos de las corridas de toros
Las nuevas figuras del toreo, muchas de ellas triunfadoras ya desde la década de mil novecientos noventa, presentan gran diversidad en su estilo y proyección: personalidades tan particulares y de técnica tan refinada como César Rincón, colombiano que abrió cinco veces la puerta grande de la capital de España, Enrique Ponce, Julián López «El Juli», Manuel Jesús «El Cid», Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera, Cayetano Rivera Ordóñez, Morante de la Puebla, El Fandi, José María Manzanares o bien José Tomás, quién el cinco de junio de dos mil ocho batió un récord de treinta y seis años en la plaza de Las Ventas, al recortar las 4 orejas de sus 2 toros en una misma tarde, han llevado el toreo al siglo veintiuno.
Participantes de las corridas de toros
- Torero: conocido como diestro y matador el cual ha recibido la alternativa y que, en la lidia, efectúa la parte primordial de la faena y mata al toro con el estoque. Es indudablemente el personaje central en una corrida de toros. Conforme las peculiaridades de la lidia (a pie o bien a caballo) se les llama «toreros de a pie» o bien rejoneadores. El matador de a pie es el responsable de la lidia del toro con el capote, realizar la faena con la muleta y darle la muerte al toro. Los matadores de toros empiezan su aprendizaje toreando erales (toros pequeños) a una temprana edad. Después empieza su etapa como novillero. Para finalizar, se transforman en matadores tras tomar la alternativa que es concedida por otro matador.
- Subalternos: Personal que ayuda al torero en lo que necesite y en las situaciones que les están toleradas (esporádicamente llevar al toro a un punto determinado, distraer al mismo a lo largo del cambio de espada entre otras muchas actividades). Lo forman los banderilleros, los picadores y el joven de espadas. Al conjunto formado por los subalternos y el torero se le llama cuadrilla.
- Banderilleros: Actúan en el segundo tercio de banderillas. Son los encargados de la colocación de los pares de banderillas.
- Joven de espadas: Es la persona que coopera de manera directa con el torero, su tarea es asistir al cambio de muletas, capotes y espadas.
- Picador: Es la persona que montada a caballo, emplea una lanza larga con una punta metálica (puya) para castigar al toro y generar desgarramiento de los tejidos situados en la cruz del mismo. El propósito del picador es probar la bravura del toro, advertir sus peculiaridades y eludir que el animal embista levantando la cabeza.
- Personal de la plaza: Son aquellas personas que cooperan en la plaza haciendo posible la celebración. Entre ellos resaltan los taquilleros, los colocadores, el personal del callejón, los paramédicos, el torilero y los areneros.
- Presidente: Es aquella persona que encabeza un festejo, normalmente un representante de la municipalidad donde se realice. Se hace cargo de sostener el orden en la plaza y entre sus funciones se hallan la de ordenar el inicio del festejo, los cambios de tercio y entregar los premios –orejas y rabo– a los matadores.
- Alguacilillos: Son los agentes encargados de trasmitir las órdenes del presidente a lo largo de las corridas. Es su función primordial recoger la llave de los toriles, dar los premios a los toreros y antedecer a las cuadrillas a lo largo del paseíllo.
- Monosabios: Son los jóvenes que acompañan y asisten al picador en la plaza, especialmente cuando el toro tira al caballo para eludir que ni el picador ni el caballo resulten heridos.
- Mulilleros: personal al cargo del tiro de mulillas con las que arrastran el cuerpo fallecido del toro para sacarlo de la plaza.
- Areneros: Jóvenes encargados del albero de la plaza. Tienen su relevancia, como lo ilustra el hecho de que desfilen en el camino de cuadrillas.
Descripción de la corrida de toros
Orden de la corrida
Las reglas están bien definidas aunque puede haber varias diferencias entre países y estilos. Normalmente, en una corrida de toros hay tres matadores y seis toros que se alternan.
Los toros destinados a las corridas son todos de granjas especializadas (ganaderías), la mayoría de los cuales se concentran en las regiones de Andalucía y Extremadura, las zonas de España con mayor tradición taurina.
Al inicio de la corrida todas las personas involucradas van a salir en la arena (paseíllo), asi desfilan los matadores seguidos de sus cuadrillas ante todo el personal de la plaza de toros.
Una corrida de toros se divide en 3 partes, llamadas «tercios», y dos suertes (de capote y de muleta):
Tercio de varas
En la primera parte (Tercio de varas), el torero torea con el capote y el toro recibe una serie de puyazos en el morrillo (zona voluminosa entre la nuca y el espinazo del toro) por la parte del picador. La meta de estos puyazos es medir la bravura del toro y su predisposición a la embestida, aparte de repartir la fuerza del toro para facilitar la siguiente tarea del torero. En la antigüedad era esta suerte la más aguardada por los espectadores, siendo los toreros de a pie solo auxiliares de esta tarea. Transcurrido un tiempo estos últimos cobraron mayor fama entre la multitud pasando a ser los protagonistas del espectáculo. No obstante, a mediados del siglo XVIII, la nobleza aún proseguía prefiriendo el toreo a caballo.
A lo largo de muchos años, los picadores eran tan protagonistas en un cartel como los maestros matadores. El castigo con la pica era y es imprescindible para poder ejecutar apropiadamente la fortuna del toreo. En mil novecientos veintiocho una orden gobernativa hace obligatorio el empleo de petos protectores para los caballos, acabando de esta manera con la primitiva suerte de varas. La ley brota con la pretensión de mitigar la indefensión del caballo, que muchas veces resultaba malherido, e inclusive podía fallecer, en su duelo con el toro. El peto terminó con estos desapacibles incidentes, aunque también termino con un arte que se alimentaba de la habilidad y valor del caballista. Los buenos picadores sostenían su cabalgadura frente al empuje del toro, procurando frenarlos solo al amparo de la debilidad de una vara. Labor dura de lograr, mas que cuando se conseguía, la fortuna transmitía una emocionalidad y disfrute a los espectadores que encomiaban la tarea de los picadores. En nuestros días, la enclenque defensa se ha transformado en una fortaleza prácticamente inconquistable donde la bravura del toro se estrella ineficazmente, dejando al picador aplicar el castigo sin recurrir a la habilidad, el arte o bien el valor. Esto ha transformado la fortuna de varas en un mero trámite de la celebración, muy criticada por el público, como lo prueba el lamento que se produce en las plazas contra los picadores a los pocos segundos de ejecutar la pica. Si a esto le sumamos la brutal caída de la fiereza del toro……
Suerte de capote (más generalmente conocido como «tercio de quites»). La faena a capote la desarrolla el matador para medir la embestida del toro, como su fuerza y predisposición. Es más apreciada en América que en España. Existen diferentes estilos de empleo indistinto en la lidia. Los lances de verónica, chicuelina y las gaoneras son los de empleo más frecuente, aunque existen multitud.
Tercio de banderillas
En este punto comienza la segunda fase, en la que los tres banderilleros (o, en algunos casos, el mismo torero) exclusivamente con los movimientos de su propio cuerpo clavan tres pares de banderillas en el lomo de toro.
Las banderillas son largas barras de 70 cm de madera, cubiertas con cintas de colores de papel y terminando con arpón de acero. Ellas no penetran profundamente en el músculo del toro y, a diferencia de la vara de picar, producen pocas heridas graves. Su función es la de revitalizar el toro después del tercio de varas.
La Ley taurina dicta que se introduzcan en el lomo del toro, de dos en dos hasta seis banderillas. Aunque si el toro ha recibido muchos pinchazos en el tercio de vara, el Presidente podrá decidir limitar el número a cuatro.
Tercio de muerte
A lo largo de este tercio tiene sitio el enfrentamiento del torero con el toro. El torero efectúa la faena de la suerte de muleta y más tarde le da muerte con el estoque.
Suerte de muleta: esta suerte es solo realizada por el torero, pudiendo ser reemplazado por el alternante de más antigüedad en el caso de verse impedido a finalizar el tercio si ha sufrido algún incidente. Los lances más frecuentes son: el natural (abierto y con la mano izquierda) y el derechazo (con la derecha y la espada en el paño de la muleta para extender la superficie del mismo), aparte del remate de pecho.
En el momento en que el torero ha probado su maestría con el toro, se prepara para matar. Este es el instante culminante del toreo. El torero se cerciora de que la situación del toro sea la idónea para la estocada. Entonces se aproxima al toro, se estira sobre los cuernos y le clava el estoque entre los omoplatos, tratando al tiempo de eludir cualquier sacudida repentina de los cuernos. La estocada perfecta corta la aorta y provoca la muerte prácticamente instantánea del animal. En ciertos casos, se requiere el golpe de gracia en la nuca a través de el descabello y el puntillazo.
Recompensas
A partir de de la calidad de la lidia se dan trofeos como las orejas y el rabo. Dependiendo del comportamiento del torero, la calidad del toro y petición del público se puede ofrecer a un torero, dos orejas o como el más alto honor el rabo del toro, que se corta una vez que el animal murió. Finalmente el toro es arrastrado fuera de la arena para ser sacrificado.
También se proporcionan por el toro «recompensas» si se ha luchado con honor, su cuerpo será arrastrado muy lentamente de la arena entre los aplausos de la multitud.
Si el toro ha luchado de una manera ejemplar, el Presidente podrá acceder a que su cuerpo es arrastrado en una ronda de triunfo por todo el alrededor de la arena (vuelta al ruedo), antes de ser llevado.
Si el comportamiento del toro en el combate es juzgado de excepcional, puede suceder (que una vez fue raro, ahora sucede cada vez con más frecuencia) que decide salvar su vida, para que sea un semental. Este premio se define el perdón (gracia) y es el premio más alto para el toro. En este caso, el empuje solamente se simula.
Curar después de cualquier perdón
El toro indultado queda sujeto al sistema de atención veterinaria, para que se cure y se recupere lo antes posible y sea un buen semental.
Una primera acción es realizada por personal médico de la plaza (siempre presente, incluso para ayudar a los toreros heridos). Administrar los primeros auxilios a los animales es una tarea muy difícil: el toro esta todavía muy agitado y nervioso, y por lo tanto se inmoviliza con cuerdas dentro de un camión. Después de que las heridas se laven con abundante solución desinfectante se procede a la eliminación de los topes inferiores de las banderillas que estaban en la carne (la varilla de madera por lo general se cortó con tijeras de jardinería).
Más tarde, un cirujano experimentado estará obligado, después de haber anestesiado el toro ha hacer un examen de las heridas (las causadas por las varas son a menudo muy profunda y muy graves). Habitualmente se usan las sondas de inserción para el drenaje de los líquidos. Por lo tanto, las aberturas se suturan.
Si el toro vive durante los primeros de dos a tres días, que son los más críticos puede decirse que es esta fuera de peligro. Sin embargo, la gravedad de las lesiones debido a las varas hace que muchos toros mueran en los primeros días después del perdón.
Pañuelos
El presidente prepara en el escenario diferentes pañuelos de colores para decidir qué premio le otorga el torero: una oreja, dos orejas o la cola.
Un pañuelo azul otorga el toro muerto la vuelta al ruedo, mientras que un pañuelo de color naranja otorga que el animal es digno de perdón. Este último color a menudo se requiere la agitación de pañuelos blancos por parte del público.
Otros tipos de las corridas de toros
Además de la tradicional corrida de toros en a pie, es decir, con el torero frente al toro, también hay uno¡ tipo de corridas que establece que el torero va a caballo sin protección y se llama rejoneo.
Asimismo, hay eventos taurinos no cruentos, como el espectáculo de Recorte. Se llama recortador al matador que con la única ayuda de su cuerpo o bien con algún artefacto simple como puede ser un palo efectúan con destreza saltos frente a la embestida del toro o bien vaquilla como son recortes, saltos por encima o bien quiebros laterales ajustándose a la cintura los pitones de toros. En el siguiente video podemos ver el Concurso nacional de recortadores en las Fiestas San Lorenzo Huesca:
La carne de lidia
Después de la matanza en la plaza los toros son transferidos a un departamento de la carne dentro de la arena donde son deshuesados y cortados hasta convertirlos en un producto listo para el consumo. Sobre la calidad real de esta carne hay opiniones contradictorias: mientras que por un lado algunos profundizan su naturalidad por la agricultura orgánica, otros muestran defectos tales como la dureza (esto es por lo general en los animales de al menos 4 años de edad). La carne de lidia sigue siendo un ingrediente esencial en muchos lugares de la cocina española.
La crítica contra las corridas de toros
Según las organizaciones de bienestar animal y de acuerdo con todos los detractores de esta práctica, las corridas de toros son una tortura legalizada infligida al toro sin ninguna finalidad.
Los entusiastas taurinos argumentan que un toro de lidia vive mucho más tiempo y más feliz que un ganado de carne o productos lácteos. También vinculado a la economía taurina sostenible, creando riqueza al mismo tiempo.
Desde 1991 los toros está prohibida en las Islas Canarias. El parlamento catalán prohibió las corridas de toros en 2012 tras la aprobación de una ley de iniciativa popular firmada por más de 180.000 ciudadanos.
Corridas de Toros en España:
o Corridas de toros prohibidas
o Sin prohibición, pero históricamente las corridas no se realizan.
o Corridas prohibidas, pero otras actividades donde se lidian toros protegidas por ley.
o Corridas legales, pero prohibidas en algunos lugares.
o Corridas legales.
o Corridas legales y declaradas Bien de Interés Cultural o Patrimonio Cultural Inmaterial.
Corrida en la literatura
Ernest Hemingway escribió en 1932 Muerte en la tarde, un libro enteramente centrado en las corridas de toros y la realidad multifacética que lo acompaña. La obra, lejos de ser un tratado científico sobre el espectáculo que ofrece es un análisis profundo del significado de la vida, la muerte y el arte. La matanza del toro se convierte en una verdadera manifestación de lo sublime, una pincelada fugaz otorgada a la multitud por el torero, no protagonista vil y brutal. Este último representante de los valores de honor y la virtud, ejemplificada por los gestos y rituales que desafía a la muerte que se acerca y que emerge ganando una verdadera inmortalidad.
Antropología de las corridas de toros
En Antropología Tauro es una de las representaciones de Dionisio, Dionisio también se llama «la OTAN por una vaca», «CON FORMA DE BULL», en las comunidades antiguas con ritos dionisíacos sacrificó un toro en pedazos para comer su carne y beber su sangre.
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